21 de noviembre de 2024

NIÑOS QUEILINOS RESCATAN SABERES SOBRE LA NALCA Y PLASMAN SUS ILUSTRACIONES EN ENTRETENIDO LIBRO

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Solo rostros de alegría y asombro se vieron durante el cierre del proyecto “La Nalca, patrimonio cultural: potenciando los conocimientos y vínculos de estudiantes de las escuelas rurales de Queilen, San José de Isla Tranqui y la Escuela Juan Antonio Vera Díaz». Tras varios meses de trabajo, los menores de ambas comunidades educativas cerraron un ciclo de redescubrimiento saberes ancestrales sobre esta planta tan cercana a todos los habitantes de Chiloé, con dos jornadas educativas.

El broche de oro de este proyecto fue la presentación sorpresa del libro “Nalca a la vista: Un viaje de Lacán”, texto que recogió el imaginario de los niños y niñas. Asi lo explicó, Tatiana Sardá, fotógrafa, gestora cultural e impulsora de la iniciativa quien, a través del Centro Imagen Sur, postuló y ganó el Concurso Regional, Convocatoria 2023 del Fondo del Patrimonio Cultural del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.

Ambas experiencias fueron muy buenas, en lo educativo, humano, patrimonial y artístico. Creo que lo que más quedó en el corazón de los niños fue que sus ilustraciones artísticas en torno a la nalca sean parte de un cuento materializado y publicado. Quedó muy bien diseñado por lo que fue muy evidente su sorpresa y emoción en ambos lugares (Tranqui y Apeche) en cuanto a este cuento formativo”, sostuvo.

La artista además indicó que esta experiencia cumplió el objetivo de “crear material didáctico para ambas escuelas y para quienes estén interesados, descargando el libro directamente en el sitio www.centroimagensur.com. Pudimos disfrutar también un desayuno y almuerzo típico chilote con los niños y niñas, directivos y profesores de ambas escuelas, instancia que permitió hacer un trabajo de presentación del cuento formativo, lectura compartida y aprender más sobre esta planta herbácea patrimonial, lo que hizo que fuera una experiencia enriquecedora”.

Viaje de Lacán

Nalca A la Vista: Un viaje de Lacán”, relata las aventuras de un ser del espacio que llega a Queilen para conocer esta maravillosa planta. Guiado por niños y niñas isleñas se entera del valor artístico, patrimonial y gastronómico de este rico tallo comestible.

Agustín Barría (13) de la Escuela Juan Antonio Vera Díaz de Apeche, manifestó su satisfacción por haber sido integrante del proyecto. “Fue muy importante, ya que un dibujo mío nunca había estado en un libro y que la gente vea la importancia de cuidar la nalca, especialmente en nuestra cultura, ya que sus hojas se ocupan en el curanto, y también para hacer medicinas, mermeladas y hasta empanadas”.

Por su parte Gastón Figueroa, profesor encargado de la escuela de Apeche, valoró la importancia de rescatar saberes locales en la formación educativa. “Esto encaja muy bien dentro del sello educativo institucional que no es solo rescatar el patrimonio tangible, sino que el natural poniendo en valor un producto que muchas veces vemos todos los días y que en este tiempo se consumen sus tallos y la hoja, que la ocupamos en el curanto como es el pangue”, dijo, agregando que este tipo de iniciativas cobra gran relevancia en las vidas de los escolares. “Ellos se hacen partícipes, además de un libro y ese protagonismo se ve reflejado en sus rostros de alegría que es muy significativo para nosotros como escuela en materia de artes visuales”, puntualizó.

Planta Silvestre

Para la Profesora encargada de la Escuela San José de Tranqui, Sandra Castro, muchas veces no se le da la real importancia a la nalca. Ejemplo de ello, es la que tienen en el patio del colegio y que era constantemente cortada por el jardinero. «Lamentablemente venía cuando yo no estaba. Entonces un día vino a cortar el pasto y yo le dije, mira ¿sabes qué? Esto no me lo tocas: Está planta y la otra que tengo por ahí atrás que ahora está gigante, no se tocan«.

Al respecto, Tatiana Sardá recordó que en el año 1934, Charles Darwin visitó la isla Tranqui, donde constató la existencia de la nalca. En su momento destacó su potencial pues se trataba de una planta comestible utilizada por los isleños como alimento (tallo y raíz), para curtir cueros y teñir con color negro.

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